Barcelona
(España) y Santa Fe
(Argentina), 01/07/24 Infancia
y salud TURISMO DE TRASPLANTE y otros turismos La
venta de un niño para
extraer de él un órgano
para trasplante, en
general un riñón, es una
hipótesis difícil de
aceptar, es una
perspectiva que provoca
ganas de vomitar, pero
bien podría ser una
realidad. No sé si es el
caso que nos ocupa, pero
bien podría serlo. También
se venden, se roban y se
alquilan niños para
usarlos con fines
sexuales, sea para roles
activos como para roles
pasivos, o más probable
para ambos. Y también en
este mundo de venden o
se roban niños para
hacer de ellos esclavos
domésticos, o esclavos
laborales, o para
integrarlos en bandas
callejeras o en filas
paramilitares. Todo esto
también provoca ganas de
vomitar pero, aún así,
en muchos casos cuenta
con que la autoridad
mira para otro lado. Y
entonces la clave podría
estar en la vigilancia
de los vecinos porque
saben quién es quién y
quién hace qué. Cuando
escribo
esta nota continúa
incierto el destino de
Loan, de 5 años,
desaparecido hace más de
dos semanas en
circunstancias
sospechosas. Y es cada
vez más probable la
posibilidad de que lo
robaron o, mejor dicho,
que unos lo vendieron y
otros lo compraron. El
objetivo parece fácil de
imaginar, no hay más que
unas pocas opciones, a
cuál peor. Pero
antes de levantar el
dedo acusador, y antes
de rasgarse en público
las vestiduras, tal vez
convenga preguntarse qué
hay detrás del comercio
de niños, o de personas
en general. Luego,
mírese cada uno al
espejo, y después mire
cada uno en derredor. La
investigación
seria nos demuestra que
tras el comercio con
seres humanos hay un
desolador panorama de
pobreza, de
desesperación, de falta
de perspectivas, de
ignorancia. A su lado
está la indiferencia, la
corrupción, la
negligencia, la
complicidad, la falta de
escrúpulos. Y sobre
ambos sobrevuela, como
el buitre, el dinero y
el poder del dinero. Hay,
en efecto, lo que se
llama el turismo sexual.
Fácil es imaginar de qué
se trata: en general son
señores que viajan para
hacer allá lo que no
pueden hacer acá, y para
hacerlo allá con quien
no lo pueden hacer acá.
En este turismo
intervienen las tres
partes mencionadas: una
víctima, un
intermediario, el
dinero. La
víctima es una chica o
un chico apenas
adolescentes, o a veces
aún niños, privados por
completo de libertad,
sin más perspectiva que
satisfacer los deseos de
quien así abusa, y paga.
Cabe preguntarse por el
origen de estas
víctimas, de dónde
salieron, de qué
entorno, cómo fueron a
caer en estas garras,
quién las captó y quién
las llevó. No sé si es
el caso que nos ocupa,
pero bien podría serlo. También
existe
el turismo de
trasplante, documentado
hace años en la India y
últimamente en Gran
Bretaña, Brasil y
Sudáfrica, entre otros
países. Por ejemplo, es
el caso de una conocida
multinacional de salud
que gestiona hospitales
privados (es decir,
sanatorios) en Gran
Bretaña y a la vez es el
principal agente de
medicina privada de
Sudáfrica. Según publicó
el diario inglés The
Guardian en 2010, esta
empresa admitió haber
hecho trasplantes de
riñón cuyo donante, que
procedía de Rumania o de
Brasil, era en algunos
casos un menor de edad. El
donante llega como
turista al país, le dona
un riñón a un paciente
determinado, y luego se
vuelve a su país de
origen. Todo más o menos
legal, o arreglado para
que lo parezca. La
operación de extraer el
órgano del donante y
trasplantarlo al
receptor se hace con
todas las garantías, así
como el pre y el
post-operatorio de los
dos, en un centro de la
citada multinacional. El
receptor paga todo
porque es rico y
poderoso. Es del país, o
más probablemente del
extranjero, y se vuelve
a su país una vez
terminados los
procedimientos médicos.
O sea, suele tratarse de
dos turistas que se
encuentran casualmente
en un sanatorio, donde
varios individuos tienen
que haber actuado antes
de intermediarios, y uno
le vende un riñón al
otro. En
este contexto, no sería
equivocado pensar que la
misteriosa desaparición
de un chico tiene
relación con el comercio
de seres humanos, sea
para turismo sexual, sea
para turismo de
trasplante, sea para
otros fines. Y detrás de
todo esto, insisto, hay
pobreza e ignorancia, y
ambas tienen mucho que
ver con las políticas
sociales, laborales y
escolares, y por tanto
tienen que ver con los
políticos, que tienen
nombre y apellido. El
otro
turismo Es
difícil imaginar que el
robo o la compra de un
chico con fines
inconfesables sea una
realidad de los países
ricos, de las ciudades
ricas, de los barrios
ricos. Más bien parece
obvio pensar que la
víctima procede de un
entorno pobre y alguien
la traslada al entorno
rico, desde donde ya no
vuelve. No obstante,
Amnistía Internacional
habla de algún caso en
que la víctima
reaparece, aunque con
una cicatriz y sin un
riñón. En otros casos el
donante desaparece para
siempre jamás. El
turismo de trasplante
necesita la
participación cómplice
de varias personas y de
un centro de alta
complejidad, y de
dinero. No es fácil,
porque el comercio de
órganos es ilegal en
todo el mundo, excepto
en Irán. Pero algunos
países permiten que el
donante reciba del
receptor una
compensación económica,
incluso fiscal o
laboral. Hecha la ley,
hecha la trampa, y
servidas están así las
condiciones para el
tráfico de personas en
busca de sus órganos. En
este contexto, cabe
recordar que nuestro
presidente se mostró
favorable, en varias
ocasiones, al comercio
de órganos. Es decir, a
que un pobre y
desesperado le venda un
riñón a un rico y sin
escrúpulos. El
presidente no volvió a
tocar el tema, pero
tampoco rectificó sus
palabras, ni siquiera
matizó lo que varias
veces dijo con
desprecio. Sin
salir del contexto
presidencial, hay que
observar que aún hay
otra clase de turismo.
El turismo presidencial.
Es fácil de imaginar. Un
presidente viaja por el
mundo para cubrirse con
la gloria efímera del
aplauso fácil, y salir
en la foto, y para ello
usa un presupuesto de
dimensión colosal que
procede, precisamente,
de aquéllo que como
consecuencia ahora es
más pobre y miserable
que antes. Con la
familia y los amigos. Y
así es como quedan
servidas las condiciones
que hacen más profundas
las diferencias, y que
llevan a la locura. De
un lado, el poder que
empobrece y embrutece al
otro. Del otro lado, la
pobreza que desespera,
casi sin otra salida. En
efecto, mientras acá
unos venden y otros
compran un chico con
fines inconfesables,
allá hay otros que se
pasean orondos,
ufanosos, y generosos
con el dinero que sacan
de la caja. Son los dos
extremos de una cadena
que tiene numerosos
eslabones. Entonces,
propongo que antes de
levantar el dedo
acusador, mírese cada
uno al espejo, y
después, por favor, mire
a su alrededor, y si
observa algo que no
puede ser, no se quede
callado, ni de brazos
cruzados.- Sobre
la compra de niños
para trasplante: «Children
sold for
transplants: medical
and legal aspects.
Amnesty
International.
Danish Working Group
for Children»
(Nurs Ethics, 1998).
También: «South
African hospital
firm admits cash for
kidney transplants»
(The Guardian:
10/11/10) y «Met
police investigate
more organ
trafficking cases in
UK. Modern slavery
team reveals further
allegations of
people being
trafficked to London
for body parts»
(The Guardian:
05/05/23). Y en
Wikipedia: «Organ
trade». Foto:
«Doctors
performing legitimate
organ transplant
surgery in an
operating room of a UK
hospital»
The
Guardian, 05/05/23. ©
Sergio
Azenha / Alamy.
Publica El Litoral,
viernes 05/07/24: [html]
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