Santa
Fe y Barcelona, 15/05/24 Infancia
y salud Y
del zika, qué sabemos Una
pediatra dió la voz de
alarma. Había observado
un notable aumento en el
número de bebés que
nacían con la cabeza
pequeña, demasiado
pequeña para ser normal.
Se dedicaba a la
neurología infantil en
la ciudad de Recife,
Brasil, en 2016. Luego,
gracias a los nexos
entre las universidades,
los hospitales
universitarios y los
departamentos de salud
pública del país, se
pudo comprobar lo que
sin duda era una
catástrofe. Mientras que
en 2010 habían nacido
unos 150 bebés con la
cabeza demasiado pequeña
en todo Brasil, en 2015
estos casos de
microcefalia fueron de
casi cinco mil. Microcefalia
es cabeza pequeña, pero
aquí se refiere a una
pequeñez anormal,
patológica, sin duda una
enfermedad. Esta
microcefalia implica un
desarrollo cerebral
insuficiente, y esto a
su vez conlleva una alta
discapacidad para
siempre, tanto en lo
físico como en lo
intelectual. Esta
microcefalia, que es
anormal, no debe
confundirse con cierto
grado normal de nacer
con la cabeza un poco
pequeña, cosa que ocurre
más o menos en unos
cinco bebés de cada
cien; en estos casos,
muy diferentes de los
anteriores, el
desarrollo del cerebro
es normal. Al
principio no se sabía la
causa de tantos bebés
que nacían con
microcefalia y quedaban
por tanto condenados a
la discapacidad.
Entonces, un grupo de
laboratorios de
hospitales
universitarios,
trabajando con objetivos
comunes, organizados y
con suficiente
presupuesto, llegaron a
la conclusión de que se
trataba del virus Zika,
que produce la
enfermedad zika (o
zica). Este
virus era nuevo en
Brasil, pero no lo era
para ciertos países de
Asia y África, que
sabían de la existencia
de este virus, sobre
todo en monos aunque
también en personas,
desde la década de 1940.
Se cree que el virus
entró en Brasil durante
el campeonato mundial de
fútbol de 2014. Un
mosquito transmite el
virus y por tanto la
enfermedad. Es el Aedes
aegypti, el mismo que
también transmite el
dengue (y la malaria, y
la fiebre chikungunya,
etc.). También lo
contagia, aunque menos,
el mosquito Aedes
albopictus, más conocido
como mosquito tigre.
Ambos son de hábitos
diurnos y urbanos. Brasil
comenzó de inmediato una
gigantesca campaña
antimosquito, casa por
casa, barrio a barrio,
fumigando y haciendo
educación sanitaria una
y otra vez, y así
lograron controlar el
mosquito, y por tanto la
enfermedad. Pero no del
todo porque, por
ejemplo, en 2019 se
detectó la presencia del
virus en Foz do Iguaçú,
en la frontera con
Misiones. Cuando
el virus Zika afecta a
una embarazada, la
enfermedad zika pasa de
la mujer al feto, y es
aquí donde el virus
puede producir grave e
irreversible daño en el
desarrollo de la cabeza. No
hay tratamiento ni
vacuna contra el zika.
Lo que hay que hacer
entonces es prevención y
educación sanitaria, que
todos estén bien
informados para actuar
en consecuencia. La
rubéoloa congénita
también puede provocar
grave microcefalia, pero
contra esta enfermedad
ya hace años que hay una
vacuna segura y
efectiva, y que se
aplica en Santa Fe de
manera sistemática. Y
gratis. La
Organización Mundial de
la Salud recomienda que
los países o regiones
donde esté presente el
mosquito transmisor
tengan siempre
preparados los medios
para el diagnóstico del
zika a fin de poder
hacer diagnósticos
rápidos. No sería
equivocado pensar que
este virus tan dañino
pueda aparecer en Santa
Fe, y por lo tanto hay
que saber qué hacer, y
cómo hacerlo, y con
anticipación. Mientras
tanto hay que seguir
luchando contra el
mosquito, y hacerlo sin
descanso. Tal como
afirmaba la revista
Pesquisa en 2016, esta
lucha sin cuartel debe
hacerse «mediante un
esfuerzo coordinado
entre científicos, el
poder público y la
población». Tenemos una
población valiosa y con
buena voluntad, y bien
dispuesta, pero nuestros
científicos están en
riesgo por causas
políticas bien conocidas
y poco responsables. Y
el poder público no
parece estar ni de lejos
a la altura de las
circunstancias, más
entretenidos tal vez con
el propio ombligo que
con la salud de los
demás. La
mencionada revista
Pesquisa es un
publicación mensual y
gratuita de la
Universidad de São
Paulo. Se edita en
portugués, castellano e
inglés, y su objetivo es
la divulgación de la
ciencia, sobre todo la
del país. Es todo un
ejemplo para tomar
ejemplo, y para
comprender que no es
cerrando puertas ni
cortando puentes como
saldremos adelante. Todo
lo contrario: sólo hay
esperanza si todos
juntos abrimos puertas y
tendemos puentes. Y en
los tres niveles
mencionados: «entre
científicos, el poder
público y la población».
La revista Pesquisa está
aquí. Medir
la cabeza La
medida de la cabeza del
bebé varía un poco según
cada bebé, y presenta
así un cierto margen de
tamaños normales. La
mayoría tiene una cabeza
de circunferencia media,
pero hay un pequeño
porcentaje que tiene la
cabeza un poco más
pequeña o un poco más
grande que la media, y
son igual de normales
pues están dentro de los
límites que se
consideran normales. Es
más allá de estos
límites donde está lo
que no es normal, sino
patológico. No hay que
confundir una cosa con
la otra. Por este
motivo, medir la cabeza
del bebé es una práctica
habitual y necesaria en
todos los controles del
bebé hasta los dos años
de edad. Medir
la cabeza (es decir, la
circunferencia, el
perímetro craneal) es
tarea fácil pero exige
una cierta técnica, un
cierto entrenamiento
previo y por supuesto un
grado profesional de
responsabilidad. Es
tarea de la pediatría, o
mejor de la
puericultura. Entonces,
tanto un pediatra como
una enfermera práctica
en pediatría pueden por
igual medir la cabeza
del bebé, y ambos
entienden que se genera
preocupación, y
urgencia, cuando la
medida o el ritmo de
crecimiento no llegan, o
exceden de los límites
establecidos. Con
estos argumentos
tranquiliza pensar que
en los centros de salud
hay, o debería haber, a
la mañana y a la tarde,
al menos una enfermera
práctica en pediatría.
Así, el centro controla
de manera periódica a
todos los bebés del
barrio en términos de
tamaño de la cabeza,
peso, estatura,
alimentación, vacunas y
desarrollo. Esta
información queda bien
registrada en la
historia clínica de cada
uno. Se
trata de saber, aún sin
estar el pediatra en el
centro, quién está
normal y quién no, quién
evoluciona bien y quién
no. La mayoría de los
bebés y niños del barrio
quedarán comprendidos
dentro de los límites
previstos como normales.
Pero quien se escape de
estos límites, o
preocupe por cualquier
otra causa, mañana mismo
lo verá el pediatra. Se
trata de abrir puertas y
de tender puentes. La
semana pasada abrió sus
puertas una nueva
escuela para la
formación de
profesionales de
enfermería. En Sauce
Viejo. Bienvenida sea.
Es otra gran oportunidad
para pensar de qué
manera y con quién
podemos hacer bien hecho
lo que tenemos que
hacer, que es lo que la
gente necesita. Tenemos
que hacerlo entre todos,
«entre
científicos,
el poder público y la
población».- // Publica
El
Litoral, jueves
16/05/24: html
- jpg. Medir
la cabeza del recién
nacido y del bebé
hasta los dos años es
tarea fácil y
necesaria pero
requiere técnica,
entrenamiento y
resposabilidad, y las
diestras manos de una
enfermera práctica en
pediatria. Referencias:
En
la revista Times:
Zika's
toll. / En
el BelloCat: Virus
zika: més
enllà
del
que diuen. / En la
revista Pesquisa: Zika:
el virus que tomó a
Brasil por sorpresa.
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del Bello.Cat, aquí Aquí, Paulo Bello / Alicia Bello, aquí
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