Santa
Fe, viernes 01/03/24 Infancia
y salud EL DENGUE DE LOS CHICOS El
dengue suele
comenzar entre 4 y
14 días después de
la picadura del
mosquito. La fiebre
es el síntoma
principal, y puede
durar entre 2 y 7
días. Puede ser
fiebre alta. No
conviene tomar
aspirina ni
ibuprofeno, pero sí
paracetamol. El
dengue grave suele
aparecer justo
después de la
fiebre. -
El dengue aumenta, y
los chicos no se
salvan. Hace años que
esta enfermedad está
dando vueltas por acá,
y por este motivo se
puede mirar el
presente y el pasado,
y se puede afirmar en
consecuencia que el
problema es cada vez
peor. Veamos cómo
afecta a la infancia
argentina. Hace
unos años, en 2019, la
Sociedad Argentina de
Pediatría informaba, a
través de su revista
Archivos Argentinos de
Pediatría, sobre el
brote de dengue que se
había registrado en la
ciudad de Buenos Aires
en 2016. El Hospital
de Niños Ricardo
Gutiérrez registró un
total de 156 casos
infantiles y juveniles
de dengue. De
estos 156 casos, el
paciente más pequeño
tenía entonces 4 meses
de edad. Todos
presentaron fiebre
alta durante varios
días. Además del
cuadro febril, los
síntomas más
frecuentes fueron el
dolor de cabeza, el
dolor detrás de los
ojos y una erupción
característica en la
piel. Otros síntomas
frecuentes, aunque no
tanto como los
anteriores, fueron el
dolor abdominal (con o
sin diarreas y
vómitos) y los dolores
musculares. El picor
en la piel y el
sangrado por la nariz
se observaron en un
paciente de cada cinco
o de cada diez,
respectivamente. Estos
pacientes con dengue
fueron los que
registró el dicho
hospital infantil
entre enero y abril
(es decir, en verano y
otoño) de 2016. Uno de
cada cuatro pacientes
necesitó quedar
internado en el
hospital puesto que
presentaba signos
clínicos de alarma,
como dolor abdominal
intenso, sangrado
abundante por la nariz
o diarreas y vómitos
difíciles de
controlar. En
los análisis de sangre
se observó, en casi
todos los casos, lo
que se suele definir
popularmente como una
bajada de las
defensas, es decir,
una disminución del
número de glóbulos
blancos. El informe
del hospital remarca
que se venían
observando casos de
dengue en la ciudad
desde siete años
antes. Y que con toda
probabilidad los casos
infantiles y juveniles
del brote epidémico de
dengue de 2016 fueron
muchos más que los
oficialmente
registrados. Termina
recordando que las
formas más graves del
dengue se suelen
presentar, en general,
cuando el paciente se
contagia de dengue por
segunda vez. Poco
después, en 2020, en
la ciudad de Córdoba,
el Hospital de Niños
de la Santísima
Trinidad registraba 85
casos de dengue en
niños de entre un mes
y 15 años de edad.
Estos casos también se
registraron en verano
y otoño: desde
principios de enero
hasta finales de mayo.
En este conjunto de
pacientes, los
síntomas más
frecuentes fueron la
fiebre, el dolor de
cabeza y los dolores
musculares. La
erupción en la piel y
el dolor abdominal
también fueron
frecuentes, así como
la disminución de las
defensas. Ambos
informes cuentan con
el aval de la Sociedad
Argentina de Pediatría
y coinciden en
mostrarnos una
realidad que podría
ser la que tenemos
hoy. En efecto, tanto
en la ciudad de Buenos
Aires (en 2016) como
en la de Córdoba (en
2020) se observaron
numerosos casos
infanto-juveniles de
dengue, aunque seguro
que menos de los que
en realidad hubo
puesto que se informa
sólo de los casos
atendidos en el
hospital. No constan
registrados ni los
niños atendidos en
otros centros ni los
que se quedaron en
casa con fiebre. Y
todos los casos en la
temporada de verano y
otoño. Pero para Santa
Fe, 2024, se prevé
dengue todo el año. Entonces,
podemos pensar que en
Santa Fe está pasando
algo similar: muchos
pacientes con dengue,
incluyendo bebés y
niños, y adolescentes.
Como todavía quedan al
menos dos o tres meses
de tiempo de máximo
contagio, estamos a
tiempo de tomar
medidas. Lo mejor, ya
se sabe, es controlar
la presencia del
mosquito que transmite
el dengue. Para ello
se requiere protección
anti-mosquito y
eliminar toda
acumulación de agua,
por pequeña e
inofensiva que
parezca. A esto se le
llama descacharrar. Y
para descacharrar,
cada uno debe hacer lo
suyo en su entorno,
sea el patio de casa,
sea la plaza del
barrio, sea el agua de
la calle, sea el agua
del perro, de las
plantas, etc. Me
consta la
incondicional
participación de
numerosos estudiantes
y profesionales de
enfermería, y de igual
número de voluntarios
desinteresados y de
buena voluntad. No
obstante, cada uno
debe prestar atención
a su entorno, y actuar
en consecuencia. Con
un espíritu solidario,
entre todos podemos
tener controlado al
mosquito que transmite
el dengue. Como sería
ingenuo pensar que lo
podemos eliminar por
completo, hay que
mantenerse en guardia
y descacharrar una y
otra vez, las veces
que sean necesarias.
Sin esperar más ayuda
que la de familiares y
vecinos, ni más
recompensa que la
íntima satisfacción de
estar contribuyendo al
bien común. -
Para
información más
detallada:
Archivos Argentinos de
Pediatría (Sociedad
Argentina de
Pediatría): «Brote
epidémico de dengue
en la ciudad de
Buenos Aires:
características
clínicas y
hematológicas de la
infección en una
población
pediátrica»
(2019) y «Estudio
observacional de las
características
clínicas,
epidemiológicas y
de laboratorio en
pacientes
pediátricos con
dengue de la ciudad
de Córdoba»
(2024). También: «Dengue»
The Lancet, 24/01/24. El
dengue grave Sabemos
que el dengue puede
ser grave e incluso
mortal. Y que el
dengue grave es más
probable en una
segunda vez. Pero cabe
remarcar con alivio
que no hubo casos
graves entre aquellos
pacientes
infanto-juveniles de
Buenos Aires y
Córdoba. Pero sí que
los hay, y muchos, en
el vecino país,
Brasil. Huelga decir
que el mosquito no
respeta fronteras. La
situación del dengue
en Brasil, con miles
de casos graves y un
centenar de casos
mortales, ha llevado a
la salud pública del
país a comenzar la
vacunación masiva y
gratuita de la
población. Es el
primer país del mundo
que lo hace. Los
chicos a partir de 10
años son en esto
prioritarios. Han
comenzado por la vasta
periferia de Río de
Janeiro, donde abundan
los mosquitos, luego
los casos de dengue.
Usan la vacuna
japonesa, de dos
dosis, en espera de
que el Instituto
Butantán, una
reconocida institución
pública, tenga lista
en 2025 su propia
vacuna anti-dengue.
Cabe observar que
mientras aquí se
recortan recursos para
alimentar dudosos
objetivos, allá
invierten aún más
recursos con el
objetivo de proteger a
la población,
empezando por los más
vulnerables. Recordemos
que el mismo mosquito
del dengue puede
transmitir la fiebre
chikungunya, provocada
por el virus del mismo
nombre, y de la cual
hubo algo más de una
decena de casos en
Santa Fe, el año
pasado. Y que también
puede transmitir el
virus Zika. Si éste
afecta a una
embarazada durante los
primeros meses de la
gestación, las
consecuencias para el
bebé, y para todos,
pueden ser terribles. Y
recordemos también que
este mosquito puede
picar a cualquier hora
del día, pero prefiere
las primeras horas de
la mañana y las
últimas de la tarde.
Su vuelo no va lejos,
no más allá de 100 o
150 metros de donde
nace, y esto quiere
decir que pica a los
que están cerca. He
aquí entonces una vez
más la importancia de
descacharrar, puesto
que quien te pica y te
puede contagiar el
dengue se desarrolló
en un agua de por acá
cerca. / Publica El
Litoral,
lunes 04/03/24 - [html]
[jpg]. ABANS
D'ANAR-ME'N Abans
d'anar-me’n, la qual
cosa no sembla pas
fàcil, haig de
romandre a consulta
una estona més per tal
de deixar-li buit el
calaix, al pròxim, si
és que n'hi haurà un,
i endur-me allò que és
meu. Buidar el pap, és
a dir, el calaix, és
una expressió
pediàtrica perquè
«pap» és un mot
derivat del llatí
infantil pappare,
que volia dir
«menjar», o potser és
derivat de paparium,
«papilla» en diríem
avui, o «farinetes» en
bon català, o més
aviat «puré», i sembla
que es referia al fet
del nen haver de
buidar el plat,
deixar-lo buit. El
pediatre no ha de
romandre en silenci,
ni quiet ni passiu, ni
llunyà ni distant, ni
indiferent, ni
negligent, ni absent,
perquè el silenci és
còmplice, la
indiferència és de
vergonya, la
passivitat fa mal, la
negligència és
impensable, la quietud
atrofia, la distància
és oblit. Ben al
contrari, el metge de
pediatria ha de mirar
el món, i en
particular el tros de
món que envolta, més
aviat embolcalla cada
nen, perquè prou sabem
que això que rodeja el
nen, el context
familiar, escolar,
social, ètnic,
determina en bona part
la salut del nen, de
la família i del
barri, i per tant
determina en
conseqüència el futur
del nen, de la família
i del barri. Ha de
mirar i, si cal,
parlar, perquè la
paraula és una eina de
la pediatria. La
paraula que és dita
planta una veu
d'alerta i mira de
protegir el nen, però
la paraula no pas
dita, silenciada ves a
saber per què,
perpetua una
injustícia. La paraula
no em sembla una
opció, sinó un
imperatiu. (...) // Llegiu
tot l'article,
inèdit, per a
Pediatria Catalana
però rebutjat perquè
no el van considerar
prou adient per a la
revista. // Barcelona,
gener de 2024.
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