Santa
Fe y Barcelona,
02/12/23 Infancia y
salud LA
PERIFERIA
Y EL SUBSIDIO La
diarrea y la
neumonía son dos
grandes amenazas
para la infancia.
Sobre todo para los
niños de los países
de renta media y
baja, y entre ellos
están Argentina y
Brasil. De todos los
niños que en el
mundo mueren antes
de cumplir los cinco
años, uno de cada
cuatro muere por
neumonía o por
diarrea. La
muerte por neumonía
o por diarrea se
relaciona con la
pobreza, tanto de la
familia como del
barrio, de la
provincia, del país.
Se relaciona también
con las dificultades
para acceder a un
centro de salud, en
general de la
periferia. Y con que
el centro cuente con
ciertos recursos
mínimos, y con una
persona que, más
allá del título que
tenga, o que no
tenga, sepa lo
suficiente o sea lo
bastante solvente
como para al menos
saber orientar la
situación. Argentina
vacuna gratis a sus
hijos contra la
diarrea y contra la
neumonía, y así se
evitan muchas
enfermedades, muchos
bebés internados,
incluso muertes.
Pero no es por
casualidad que los
vacuna, sino porque
cierta autoridad,
con espíritu social,
en fundamentada
decisión, así lo
estableció. Ahora,
con el nuevo
presidente, este
espíritu parece
estar en peligro.
Recortar es como
escupir para arriba.
Recuerdo un
precedente que nos
demuestra que
retirar un subsidio
tiene tantas
consecuencias
sanitarias como
políticas. Lo
protagonizó, para
vergüenza propia y
sufrimiento ajeno,
quien fuera
presidente de
Brasil, Jair
Bolsonaro. Hagamos
memoria, porque
hacer memoria nos
hace fuertes,
mientras que el
olvido, y más aún la
ignorancia, nos
hacen víctima fácil
de la manipulación.
En 2003, bajo el
gobierno del
presidente Lula da
Silva, Brasil inició
un programa de
subsidios para
atenuar los efectos
de la pobreza en la
población infantil.
El programa se llama
«Bolsa família», y
en esencia es
similar a la
«Asignación
universal por hijo»,
implementada en
Argentina, varios
años después, en
2009. Ambos
programas de ayuda
social, el argentino
y el brasileño, se
enmarcan en las
llamadas
«Transferencias
monetarias
condicionadas», un
sistema de ayuda a
las familias con
hijos que, con
variaciones, existe
en numerosos países
del mundo. En el
caso de Brasil, la
ayuda económica a
familias con hijos
de hasta 15 años
está condicionada a
que los hijos vayan
a la escuela, estén
bien vacunados y
asistan con
regularidad a los
controles de salud
del centro sanitario
que les corresponda
según dónde vivan.
El cumplimiento de
estos criterios se
revisa cada dos
años. «Bolsa
família» es para
familias cuyos
ingresos no llegan a
un mínimo. El
importe que reciben
se actualiza según
parámetros locales.
Y el concepto de ir
a la escuela
incluye, además del
propio hecho de ir a
clase, otros tres
controles igual de
importantes: estado
básico de salud,
nutrición e higiene
del alumno. El
programa «Bolsa
família» llegaba en
2018 a más de doce
millones de
familias. El
presidente
Bolsonaro, a causa
de su pensamiento
ultraliberal y sin
tener para ello
fundamento sólido
alguno, ese año le
quitó este subsidio
a una familia de
cada diez, y frenó
la concesión de
nuevas ayudas. El
resultado es fácil
de imaginar. Dos
años después, en
2020, al ver en la
comunidad las
consecuencias de su
decisión antisocial
(y de su negativa a
reconocer las
evidencias de la
pandemia de covid),
no sólo tuvo que
retractarse y
devolver los
subsidios que había
quitado, sino que
tuvo que ampliar en
mucho el número de
las familias
beneficiadas. Un
subsidio no es una
cuestión populista,
sino que se trata de
asegurar que la
pobreza ya no es
causa de poca salud
y poca escolaridad.
Es una cuestión de
dignidad hacia los
menores poco
favorecidos por el
capricho de la vida.
Es una oportunidad
para que la infancia
pueda salir del
círculo vicioso de
pobreza y
subdesarrollo. Y de
mejorar el potencial
de las personas,
puesto que sin salud
ni educación es
imposible salir del
círculo de la
pobreza. Esto
también demuestra
que quitar un
subsidio no implica
ahorrar dinero,
puesto que serán más
costosas las
consecuencias de
dejar a ciertas
familias sumergidas
en la necesidad,
porque la necesidad
implica
desesperación. Y ya
sabemos, por propia
experiencia, hacia
dónde conduce la
desesperación. Velar
por una infancia y
una adolescencia
sanas y
escolarizadas,
entonces, es velar
por todos, tanto en
el presente como en
el futuro inmediato. El
programa «Bolsa
família» nació como
la versión mejorada
y ampliada del
programa «Bolsa
escola», que Brasil
había implementado
unos años antes,
durante la
presidencia de
Fernando Henrique
Cardoso. El vecino
país, al cual tal
vez vayan algunos de
vacaciones este
verano, tiene un
buen historial de
ayuda social. Se
trata de ver
entonces cómo están
las cosas allá y
cómo están acá. Siempre
con fundamento Cuando
Bolsonaro recortó
los subsidios y
frenó nuevas ayudas,
no tenía argumentos
sólidos para
hacerlo. La sola
opinión no es razón
suficiente, ni lo es
el simple hecho de
ocupar el cargo
porque, como se ha
dicho mil veces y
como es ahora
evidente en el país,
el hecho de acceder
al cargo no implica
tener la solvencia
moral y profesional
para decidir con
fundamento, es
decir, bien. Toda
decisión requiere un
fundamento sólido, y
que se pueda
comprobar. No había
razones en 2020 ni
las hay para 2024. Hasta
ahora no había
estudios objetivos y
científicos que
evaluaran los
resultados de los
programas de ayuda
económica directa a
las familias
vulnerables a cambio
de asegurar las
vacunas, los
controles de salud y
la escolarización de
los hijos. Esta
ayuda es necesaria y
debe ser mantenida
en el tiempo a fin
de mejorar a corto y
mediano plazo el
potencial de las
personas. Este es
nuestro capital, y
es un gran capital,
con buen potencial,
pero lo podemos
perder, y será como
escupir para arriba,
si no velamos por
él. Un
grupo de
investigadores de la
Universidad Federal
de Bahia estudiaron,
con riguroso
criterio científico,
el impacto del
programa «Bolsa
família» durante los
años que van del
2004 al 2019. Y
llegan a la
conclusión de que es
mucho más que una
simple ayuda
económica. En
efecto, «Bolsa
família» mejora el
control y la salud
en general de los
menores de 15 años
que nacen y viven en
una familia de pocos
recursos. Incluso
contribuye a
disminuir la
mortalidad infantil
de los menores de
cinco años. Y mejora
también la salud de
la embarazada y del
bebé recién nacido.
Los investigadores
proponen que el
programa continúe,
porque es evidente
que se avecinan
tiempos que tal vez
serán aún más
difíciles. Lo
serán, acá, porque
las nuevas
autoridades
nacionales,
provinciales y
municipales, acaso
dijeron, antes
o después
de las urnas, que
se ocuparían de la
salud y la educación
de la periferia? A
quienes proponen la
quita de subsidios a
las familias, para
los hijos, les
propongo leer este
estudio, gratis en
Internet: «The
combined effect of
social pensions
and cash transfers
on child
mortality:
evaluating the
last two decades
in Brazil and
projecting their
mitigating effect
during the global
economic crisis»
The Lancet Regional
Health (Americas),
03/11/23. Publicará El Litoral, lunes 04 de diciembre: jpg / html
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