Barcelona y
Santa Fe, 23/10/23 Infancia
y salud PENSAR
AHORA
EN BRONQUIOLITIS Aunque
no lo parezca, ahora es
el momento oportuno para
pensar en la
bronquiolitis. En caso
contrario, es probable
que volvamos a ver
llenas las guardias de
pediatría, y sin
suficientes pediatras. Y
a la autoridad
rasgándose en público
las vestiduras y
señalando con el dedo
hacia otra parte. Esto
lo vimos durante el
otoño y el invierno
pasados. El
virus será el mismo, y
ya sabemos que afecta
con más peligro a los
bebés, sobre todo a los
menores de seis meses.
Incluso es probable que
esta temporada de otoño
e invierno la
bronquiolitis afecte a
más bebés, porque la
situación
socio-económica de las
familias es peor. Y
también es probable que
la atención de estos
bebés sea deficitaria,
porque el problema de la
pediatría, hasta donde
puedo saber, subsiste. Pero
esta próxima temporada
de bronquiolitis trae
una novedad
esperanzadora. Es esta:
el intendente es médico,
y estoy seguro que no
olvida su condición de
médico, ni olvida que la
condición de médico es
para siempre y en todo
lugar, incluso desde la
Municipalidad. El
nuevo médico intendente
tiene amplia experiencia
como médico de guardia y
como organizador de
guardias de hospital, y
por tanto no tiene
excusa. Estoy seguro de
que ya está organizando
las guardias de
pediatría de otoño e
invierno para que
aquello que pasó, y de
hecho venía pasando y
cada vez peor, no vuelva
a pasar. O al menos pase
con menor magnitud. Lo
más lógico es pensar,
ahora en octubre, en
optimizar los recursos
humanos y logísticos de
pediatría que se
necesitarán dentro de
seis meses. Si no hay
más pediatras que los
que hay, y si no es
posible conseguir que
sean más, o que sean los
mismos pero mejor
dispuestos y sobre todo
mejor tratados, con más
respeto y más
consideración, está
claro que hay que pensar
en alternativas. Pero
es posible que no falten
pediatras en la ciudad
de Santa Fe, sino que el
problema sea otro. En
efecto, si en ciertas
zonas de la ciudad los
pediatras compiten entre
sí para ver quién
consigue más boletas de
obra social (para
cobrarlas luego no saben
cuándo y a precio de
ganga), y se ven
tentados a repetir la
consulta para tener una
boleta más, o a cobrar
un suplemento en negro,
si más o menos es éste
el escenario, entonces
está claro, es evidente
que las cosas no se
hacen bien. Si aquí
abundan y allá faltan,
algo no funciona, y por
tanto se puede repensar
la atención primaria de
pediatría para repensar
en consecuencia las
guardias de pediatría. Al
fin y al cabo, podemos
razonar y pensar que ni
el médico es dueño de
los conocimientos de
medicina, ni el pediatra
es dueño de los
conocimientos y las
habilidades de
pediatría. Por lo tanto,
no deberían poder
ejercer cómo y dónde les
plazca, al menos durante
unos años, puesto que no
son dueños de aquéllo
que utilizan a diario
para trabajar. Luego
diré por qué. La
bronquiolitis es una
enfermedad peligrosa
para los bebés. Muchos
necesitan quedar
internados y, de éstos,
más o menos uno de cada
cinco termina en terapia
intensiva. Por lo tanto,
hay que estar atentos y
hacer todo lo posible
para disminuir los
contagios. La
bronquiolitis es
sumamente contagiosa. Y
habrá que hacer todo lo
posible para ofrecer
rápida y efectiva
atención profesional,
sobre todo en los
barrios periféricos, que
es donde hay menos
recursos de pediatría
pero más pacientes y
quizá más graves o con
un riesgo mayor. No
hay un tratamiento
específico para la
bronquiolitis, y se
trata entonces de tener
controlados los síntomas
y las complicaciones
hasta que el cuadro
mejore por sí mismo.
Esto parece fácil pero
con frecuencia no lo es.
Lo mejor es entonces
prevenir la enfermedad,
y para esto hay un
medicamento que actúa
como vacuna y que, hasta
donde puedo saber, está
pendiente de aprobación
en Argentina. Es el
nirsevimab: Beyfortus®
50 y 100 mg (Astra
Zeneca / Sanofi
Aventis). En
la revista Archivos
Argentinos de Pediatría
(de la Asociación
Argentina de Pediatría),
en el número de este mes
de octubre, dos
especialistas del
Hospital de Niños
Ricardo Gutiérrez de
Buenos Aires comentan,
entre otras cosas, que
el nirsevimab es una
buena alternativa,
puesto que con una sola
dosis ofrece efectiva
protección contra la
bronquiolitis durante
los meses de otoño e
invierno a los bebés de
mayor riesgo, que son
los menores de seis
meses. Comentan
también que la Agencia
Europea del Medicamento
lo aprobó el pasado
noviembre. Puesto que el
otoño e invierno llegan
antes aquí, este
medicamento ya se está
administrando a todos
los bebés de hasta seis
meses en buena parte de
España. A los menores de
seis meses se les
administra el nirsevimab
en el centro de atención
primaria de pediatría
que les corresponda
según dónde vivan. Y a
los que nacen durante el
otoño y el invierno, en
el hospital, recién
nacidos, antes del alta. No
son
dueños La
razón nos permite
razonar. Luego, un
cierto razonamiento,
aunque atado a ciertas
reservas, nos permite
afirmar que ni el médico
ni el pediatra son
dueños de los
conocimientos y
habilidades que les
permiten ser médico o
pediatra. No son dueños
porque todos los
ciudadanos, mediante los
impuestos, les hemos
pagado la formación. Por
supuesto que no les
pagamos la formación
para que después
trabajen cómo y dónde
quieran, sería un mal
negocio, sino para que
trabajen, en bien de la
comunidad que les pagó
los estudios, allá
adonde a todos nos
convenga. Obvio
es comprobar que la
facultad no es gratis,
en absoluto, sino que
está pagada con los
impuestos procedentes de
los bolsillos
argentinos. Pero es
gratis para los
afortunados que pueden
estudiar allí. La
facultad de medicina es
gratis porque se
pretende que haya
médicos puesto que, en
caso contrario, no los
habría. Y si bien el
estudiante debe
esforzarse para adquirir
habilidades y
conocimientos, éstos no
son un regalo sino una
inversión. Y como
inversión que son, se
espera que oportunamente
generen ciertos
beneficios. Los
beneficios que esperamos
de ellos es que
trabajen, al menos
durante unos años, en
beneficio de la
comunidad que les pagó
la formación. Es decir,
se espera de ellos que
devuelvan en servicios
(por supuesto que
remunerados) lo que
antes recibieron como
formación sin haber
tenido que pagar por
ello. Un
razonamiento similar se
puede aplicar al proceso
de convertir un médico
en pediatra. Si entre
todos les hemos pagado
la residencia, lo más
lógico es pretender que,
después de ella, el
pediatra esté, al menos
durante unos años, a
disposición, total o
parcialmente, de la
comunidad que le pagó la
especialidad, es decir,
de todos. Como no podría
estar a disposición de
todos, debe estarlo para
trabajar allá donde haga
falta, es decir, donde
le digan. Por supuesto
que recibiendo un
salario digno a cambio
de unas condiciones
laborales igualmente
dignas.
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