Santa
Fe y Barcelona, 29 de
abril de 2023 SOBRE
EL
SUICIDIO
INFANTO-JUVENIL El
suicidio
infanto-juvenil es
imposible de entender,
y de sólo nombrarlo
provoca reacciones
viscerales, de
rechazo, como de no
querer ni hablar de
eso, ni oir siquiera
nada. Pero es una
realidad que existe,
incluso en Argentina.
Y lo primero que
podemos hacer en favor
de los suicidas de la
infancia y
adolescencia, esto es
saber. Hay
que
saber, abrir los ojos,
sospechar, puesto que
sólo así podremos
hacer algo por ellos.
Hay que saber para
hacer. Y luego pedir
que se haga. Ciertas
causas del suicidio
infanto-juvenil se
pueden prevenir. En
general,
por cada uno que
consigue suicidarse,
hay unos veinte que lo
intentan sin
conseguirlo. Y quien
intenta suicidarse una
vez, en general vuelve
a intentarlo un tiempo
después, y luego otra
vez, y así. Entonces
hay que estar atentos.
En general, quien se
suicida ya lo había
intentado una o más
veces. Según
informa
la Sociedad Argentina
de Pediatría (1),
entre 2005 y 2007 se
suicidaron en
Argentina algo más de
dos mil quinientos
chicos de 5 a 24 años.
El método más habitual
para suicidarse fue
ahorcarse, y el lugar
más frecuente fue la
vivienda habitual. De
todos
éstos, seis tenían
menos de 10 años de
edad. Fueron cuatro
varones y dos nenas.
Tres se ahorcaron, dos
se mataron con un arma
de fuego, y del último
no consta el método de
suicidio. Tres en
Buenos Aires, uno en
Córdoba, uno en Salta,
y en Tierra del Fuego
el último. Entre
los
suicidas de 10 a 24
años, siguen siendo
ahorcarse y el disparo
con arma de fuego los
métodos de muerte más
habituales. Luego le
sigue en frecuencia el
saltar al vacío, el
suicidio por
envenenamiento,
arrojarse a las aguas
para ahogarse. Los
autores
de este informe, que
son de la Facultad de
Medicina de la
Universidad de
Córdoba, reflexionan
sobre un punto que hoy
resulta muy
preocupante. En
Argentina (años 2005 a
2007), como decía, el
suicidio por arma de
fuego ocupa el segundo
lugar entre los
métodos más habituales
para suicidarse, tal
vez porque hay menos
armas por aquí. En
Colombia y Estados
Unidos, en cambio, el
suicidio por arma de
fuego es el método más
habitual. Entonces me
pregunto si no hay hoy
en Santa Fe más armas
disponibles que en
2005-2007. Una
de
las maneras que se
proponen para prevenir
el suicidio es,
precisamente, impedir
que el suicida en
potencia pueda acceder
a un método para
suicidarse. Es por
este motivo que en
algunos lugares los
puentes, por ejemplo,
o ciertos balcones y
miradores tienen por
ley un sistema para
impedir que alguien se
pueda arrojar al vacío
desde allí. No sé si
es el caso
santafesino. Lo cierto
es que el suicidio
infanto-juvenil es un
drama que va en
aumento. Otro
informe
sobre el suicidio
infanto-juvenil, éste
procedente de Brasil
(2), también resulta
necesario para
intentar entender esta
terrible problemática.
Detallado y minucioso,
este informe estudia
tanto los números
estadísticos como las
posibles causas, y sin
disimulo concluye que
«los conflictos
familiares, los
problemes escolares,
el acoso escolar
(bullying), la
impulsividad y la
depresión están
asociados al suicidio
infantil». Este
informe
de Brasil cita al
antedicho informe de
Argentina, entre
otros, porque su
mirada se extiende a
101 países, y estudia
el período de 2000 a
2009. Así, de todos
los suicidios de estos
países y en estos
años, en casi el 15%
de los casos el
suicida tenía entre 10
y 14 años de edad.
Tres cuartas partes de
ellos se ahorcaron. En
Brasil,
sigue el informe, los
suicidios de chicos y
chicas de entre 10 y
14 años aumentaron un
40% en los diez años
que pasan entre 2002 y
2012. Según el "mapa
da violéncia" del
vecino país, sus
cifras de suicidios en
etapa infanto-juvenil
son más bien bajas,
comparadas con otros
países. Me pregunto
cómo estamos en
Argentina. Es
una
realidad que no
podemos obviar. Todo
lo contrario, tenemos
que conocerla para
intentar prevenirla.
Se ha observado, por
ejemplo, que casi la
mitad de los suicidas
tienen antecedentes de
suicidio en la familia
o en el barrio. Y un
análisis de las cartas
que muchos suicidas
infanto-juveniles
dejan tras de sí
demuestra la terrible
lucha interior entre
continuar la vida, o
matarse. Hay que abrir los ojos, y sospechar. Se sabe que tres de estas cartas, que preceden al suicidio infanto-juvenil, habían sido escritas en el entorno escolar. Y que en dos, el propio suicida se la entregó a su profesor, y éste le corrigió la gramática y la ortografía y sin más se la devolvió. Aunque sean hechos excepcionales, las cosas pasan, y hay que abrir los ojos y sospechar. En
resumen Permítanme
ahora
que del portugués
original traduzca una
parte de las
"Considerações finais"
del segundo informe,
antes mencionado: «Son
factores que
predisponen al
suicidio en la
infancia: los
problemas escolares,
entre los que destacan
el acoso escolar
(bullying) y el bajo
rendimiento escolar;
la muerte por suicidio
de un familiar o
persona cercana; los
antecedentes de
violencia física y
sexual, y los
conflictos familiares
en los que las
tensiones y las
relaciones rígidas son
barreras para la
comunicación y la
relación armónica
entre padres e hijos.
Por lo tanto, es de
suma importancia
hablar con los niños
sobre el suicidio. -
La mitad de los niños
suicidas presentaba
algún tipo de
trastorno mental. En
concreto, trastorno
por déficit de
atención con
hiperactividad,
trastorno antisocial
de la personalidad, o
depresión. -
A pesar de la
inmadurez propia de la
infancia, los niños
tienen capacidad para
comprender el acto
suicida. -
Los niños dan menos
pistas verbales sobre
su deseo de morir y
son más impulsivos en
el intento de
suicidio. -
En los meses que
preceden al suicidio
se producen cambios de
comportamiento y de
actitud. -
Los niños que murieron
por suicidio no tenían
estrategias para
afrontar situaciones
estresantes.» Y
el informe de la
Sociedad Argentina de
Pediatría tiene estas
consideraciones al
final: «En
este trabajo se
detectaron muertes por
suicidio en niños de 5
a 9 años, y esto
debería profundizarse
en otros estudios a
fin de identificar las
variables que
intervienen en el
deseo de morir en
etapas tan tempranas
de la vida. Los
estudios efectuados en
poblaciones con
intentos de suicidio
relacionan los
comportamientos
suicidas en niños con
situaciones familiares
disfuncionales de
gravedad, trastornos
psicopatológicos y el
uso de métodos de alta
letalidad,
ahorcamiento y armas
de fuego. El suicidio
para la población
adolescente y joven de
la Argentina es un
problema de salud que
continúa en aumento.» A
todo esto, mientras todavía
quedan
algunos países que por
ley castigan a quien
intenta suicidarse, o
le cobran multas a los
familiares de quien lo
consigue, la mayoría
de los países del
mundo luchan por
entender, luego
prevenir, la difícil
problemática del
suicidio (3). El
castigo al suicida o a
su familia no es un
asunto nuevo, ni nos
es extraño. Hay que
abrir los ojos, y los
brazos en un abrazo.-
Publicó El
Litoral, el
jueves 04 de mayo: jpg. (1)
«Análisis
de la mortalidad por
suicidio en niños,
adolescentes y
jóvenes. Argentina,
2005-2007» Archivos
Argentinos de
Pediatría, 2013 (2)
«Revisão
de literatura sobre
suicídio na infância»
Universidade
Federal
de Pernambuco, 2017 (3)
«Punishing the
tortured:
criminalisation of
suicide» The Lancet,
25/04/23
Todos los textos
de JB, aquí Los Bello.Cat
desde enero de 2015,
aquí La versión beta
del Bello.Cat, aquí Aquí, Paulo Bello / Alicia Bello, aquí
|
Diseño: Jorge Franganillo |