Barcelona,
3 de diciembre de 2022 LOS
VIRUS QUE LES PASAMOS El
bebé nació bien, y un
par de días después ya
estaba en casa, tan
feliz y tan contento, y
tomaba con avidez la
teta de su madre. No sé
si sus padres lo miraban
con sospechas,
disimulando temores,
pero sí sé que al noveno
día vieron que en las
manos y en los pies
tenía algo que no estaba
bien. Les vendrían a la
memoria recuerdos de
poco antes del parto, al
padre; y de poco después
del parto, a la madre. No
se trata de levantar
rápido el dedo acusador
y señalar con
hipocresía. Sino que se
trata de averiguar
primero qué pasó, y por
qué, y quién y cómo. Y
con esta base, de
inmediato buscar
soluciones, que suelen
ser imaginativas. Esto
es lo que hay que hacer,
ahora, para marzo. Nueve
días antes del parto, el
padre tuve fiebre y
luego una erupción, un
sarpullido, un exantema
en la piel de gran parte
del cuerpo. Este cuadro
se resolvió en seguida
sin darle más
importancia ni recibir
más atención. Cuando
llegó el momento del
parto, el padre ya
estaba bien desde hacía
varios días. Por
su parte, la madre,
cuatro días después del
parto, presentó una
erupción, un salpullido
similar, aunque sin
fiebre, que también se
resolvió rápido y sin
recibir más atención. Cuando
tenía nueve días, al
bebé le aparecieron, en
las manos y en los pies,
unas pocas manchas
rojizas que rápidamente
evolucionaron y se
convirtieron en
vesículas, pequeñas
ampollas, que luego se
hicieron purulentas. No
tardarían en aparecerle
también en la cara y
luego en la barriga. En
el hospital lo miraron
con ojos fríos y
objetivos,
desapasionados porque la
pasión, lo visceral,
cosa tan argentina, no
ayuda casi nunca a
entender casi nada,
puesto que la sangre que
hierve nubla la razón.
Le hicieron análisis. Y
le diagnosticaron
viruela del mono. Entonces
todos miraron al padre,
que habría contagiado a
la madre, que a su vez
habría contagiado al
bebé. Error, porque los
argumentos para levantar
el dedo acusador, como
suele pasar, no se
basaban en lo objetivo
sino en la opinión, en
la pasión del momento.
Siempre, antes de hacer
nada, hay que tener en
cuenta que la opinión
puede ser diferente de
la verdad, incluso
contraria. Más
les valía mirar al bebé,
porque unos pocos días
después comenzó a tener
dificultad para
alimentarse puesto que
tenía tos y dificultad
para respirar. Los
análisis demostraron que
dos virus infectaban a
la vez al bebé, el virus
de la viruela del mono y
un adenovirus. No
se sabe con certeza cuál
de los dos virus le
causaba al bebé la
dificultad para
respirar. Un mismo virus
puede provocar una
enfermedad ligera en el
adulto, pero grave en el
bebé, y son varios
habituales los virus que
actúan así. La
situación del bebé
empeoró rápidamente, y
con quince días de vida
quedó internado en el
hospital a causa de la
dificultad para
respirar, que se hacía
cada vez más marcada, y
más peligrosa. Ese mismo
día, pasó a terapia
intensiva de pediatría y
quedó conectado a un
respirador automático. Sin
darse cuenta, o por
negligencia, o por no
pensar, o por pensar que
nunca pasa nada o que
ésto o aquéllo no puede
pasar, los adultos
transmiten virus a los
niños. Los bebés y en
general los niños
pequeños son los más
vulnerables, y son
entonces a quienes más
hay que cuidar. Por
ejemplo, el virus
sincitial respiratorio,
también conocido como
VRS, provoca en los
adultos una enfermedad
ligera, con tos y mocos,
y estornudos, como un
resfrío. Pero, en los
menores de dos años, la
enfermedad que produce
es mucho más importante.
Más aún, la
bronquiolitis que
provoca puede ser grave
en un bebé. Este virus
pasa por Santa Fe todos
los años, como también
lo hacen los adenovirus. Son
virus de invierno. Pero
este año, en los países
del otro hemisferio, el
virus VRS ya provocaba
bronquiolitis a finales
del verano y principios
del otoño. Es decir,
este año, este virus
viene antes. Y es fácil
que lo transmitan los
adultos. Por
lo tanto, es lógico
pensar que este virus
llegará a Santa Fe a
finales del verano o
principios del otoño, es
decir, en marzo. Siendo
así, hay que tomar
precauciones, porque si
las guardias y las
terapias de pediatría
están ahora al borde del
colapso en el otro
hemisferio, igual
estarán aquí en Santa
Fe, en marzo. Ahora,
con tiempo, hay que
pensar y actuar con
sentido común. Esperar
hasta último momento es
un error mil veces
cometido. Estamos a
tiempo. Es ahora cuando
hay que sacudirse la
ingenua mentalidad
albiceleste, y pensar
que la realidad es ésta,
y no aquélla. El
bebé permaneció dos
semanas conectado al
respirador, y en total
un mes en terapia
intensiva. Luego se fue
a casa y allí está, bien
y contento, sin saber la
gran lección que a todos
nos ha enseñado. // Publica
El Litoral, martes 6
de diciembre: html
y jpg. Ramnarayan P, Mitting R, Whittaker E et al. Neonatal monkeypox virus infection. N Engl J Med 2022; 387: 1618-20. Todos los textos
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