Santa
Fe y Barcelona, 15 de
octubre de 2022 La
herencia de la madre Quien
quiera mirar más allá
podrá ver fácilmente que
la madre determina en
gran medida el devenir
del hijo. Podrá ver, por
ejemplo, que si la madre
terminó en su momento la
escuela primaria, lo más
probable es que el hijo
también la termine.
Igual pasa con la
secundaria. Es una buena
herencia. Pero
si la madre no terminó
en su momento la
primaria o la
secundaria, es probable
que el hijo tampoco la
termine. No es culpa de
la madre ni del hijo,
sino del entorno. Ya
se sabe que poca escuela
equivale a pocas
perspectivas; es decir,
a más pobreza. Luego más
inseguridad, más
violencia. Entonces, es
evidente que tenemos que
procurar que las chicas
terminen la primaria y
la secundaria, porque de
esta manera mejoran sus
propias perspectivas y
la de sus hijos, cuando
los tengan. Y si mejora
quien está mal, todos
salimos ganando. Escuela
y salud determinan el
futuro de todos porque
determinan el desarrollo
económico y social de un
sector cada vez más
numeroso de la población
santafesina. Tenemos que
mejorar el patrimonio de
las chicas para que
puedan dejar mejor
herencia. También
se observa que quien no
terminó la escuela suele
formar pareja con quien
tampoco la terminó, y es
probable que el hijo de
ambos tampoco la
termine. Y es así como
la pobreza, y todo lo
mucho que trae consigo,
se perpetúa, pasa de
generación en
generación. Así
se hace fácil entender
que hay que actuar sobre
la voluntad y la
capacidad de las
instituciones educativas
(primarias, secundarias
y terciarias) de ser
realmente artífices del
desarrollo, luego de la
paz y la armonía. En
este contexto son
bienvenidas las acciones
que se orientan en el
sentido de evitar, o
revertir el abandono
escolar, puesto que ya
se sabe que el abandono
escolar implica que
encontrar trabajo será
luego difícil, o incluso
imposible. Y fácil es
imaginar qué
alternativas, laborales
y sociales, quedan
entonces disponibles
para la chica o el chico
que dejó las aulas y
nadie salió a buscarlo. Todo
lo que promueva la
escuela, y todo lo que
en el seno de la escuela
se haga, es apostar por
el futuro de los
escolares y de los hijos
que en su momento
tengan. Y es apostar por
el futuro de todos, en
consecuencia. Mientras
que aquéllo que a la
escuela le reste valor,
o le distorsione la
imagen que de ella
tienen los alumnos y los
padres, es miserable. La
relación entre escuela y
desarrollo
socio-económico es un
tema estudiado y que se
continúa estudiando,
tanto en países que
están bien como en
países que están mal.
Las conclusiones siempre
apuntan a lo que ya
sabemos: la formación es
la base del desarrollo.
El concepto de escuela
incluye aquí a todas las
instituciones educativas
y de formación
profesional. Pero
como las escuelas no son
todas iguales, puesto
que no son iguales ni
los alumnos ni sus
padres, ni los docentes,
ni lo es el barrio donde
está, cada escuela debe
reservarse una cierta
autonomía, un porcentaje
de libertad para cambiar
ciertas materias
formales por otras más
prácticas. Y para abrir
la institución durante
los fines de semana para
allí desarrollar
actividades lúdicas para
unos, y cursos de
formación para otros. La
escuela abre la única
puerta que permite salir
adelante. Y debe abrirse
a más. Chicos en la
calle deambulando, y
cerrado el patio,
cerrada la escuela, es
sin duda una herida que
sangra, y que a todos
nos avergüenza. La
escuela, sin embargo, no
duda en abrir sus
puertas, y en domingo,
para procesos
electorales que nada
tienen que ver con la
infancia. Entonces me
pregunto, por ejemplo,
por qué no se abren
ahora a vacunar a los
chicos de 13 meses a 4
años, si al fin y al
cabo estos chicos son o
serán alumnos de la
escuela. Las
vacunas son necesarias
porque previenen la
enfermedad, y la
enfermedad lastra el
desarrollo individual,
de la familia y de la
comunidad. No obstante,
cada vez son menos los
chicos que en Argentina
están bien vacunados.
Según datos oficiales,
un chico de cada cinco
no está correctamente
vacunado. En
efecto, los porcentajes
de vacunación infantil
vienen bajando desde
2009, y lo hacen a un
ritmo rápido y
peligroso. Por ejemplo,
la cobertura vacunal
(porcentaje de niños
vacunados) era del 90%
en 2019, pero en 2020 ya
había bajado al 80%, un
porcentaje que se
considera bajo,
insuficiente para estar
tranquilos y seguros.
Por tanto, la población
infantil está hoy en
riesgo, es vulnerable a
la reaparición de las
enfermedades que se
pueden prevenir con
vacunas. Entonces, hay
que vacunar. En
la campaña Bienvenida
es la campaña de
vacunación infantil en
la cual estamos. Es
bienvenida porque es
necesaria. Convido a
todas las madres y a
todos los padres a
vacunar o revacunar a
sus hijos. Es una buena
herencia. Y
convido también a los
vecinos, a preguntar si
este chico que corretea
por acá está bien
vacunado. Y tanto si
parece que lo está como
si parece que no lo
está, por favor, vayan
hoy al vacunatorio. Cada
chico de 13 meses a 4
años debe recibir las
dos vacunas. En un
brazo, la vacuna triple
viral (contra sarampión,
rubéola y paperas) y, en
el otro, la vacuna
contra la polio
(poliomielitis, o
parálisis infantil).
Estas dosis son
independientes de las
dosis anteriores; es
decir, conviene
vacunarse aún en el caso
de estar bien vacunado
según el calendario
nacional de vacunas. La
última campaña de
vacunar contra el
sarampión (y rubéola y
paperas) fue en 2008. Se
usó la misma vacuna
triple viral que se está
usando en esta campaña.
Se vacunaron algo más de
dos millones y medio de
chicos de 1 a 4 años, lo
que significó una
cobertura vacunal de
casi el 89%. Ahora,
con esta campaña,
tenemos que superar este
porcentaje. El objetivo
es alejar la posibilidad
de un brote de sarampión
o de poliomielitis, y
alejar también la
posibilidad de que
reaparezca el síndrome
de rubéola congénita. Sarampión,
polio y rubéola son
enfermedades de muy
triste recuerdo. Hoy
están controladas en
Argentina, pero pueden
reaparecer, y lo pueden
hacer por dos motivos: Primero.
Hay casos de estas
enfermedades en países
limítrofes, países hacia
el cual viajan muchos
argentinos que, de
manera involuntaria,
podrían reintroducir, al
volver, estos virus en
el país. Por lo tanto,
Argentina está en riesgo
de presentar un brote de
sarampión, rubéola o
polio. Segundo.
El porcentaje de
vacunación es bajo en
Argentina, y esto
significa que la
población, tanto de
chicos como de adultos,
está expuesta a la
reaparición de estas
tres enfermedades. Y las
tres son graves, carecen
de tratamiento y se
pueden prevenir con la
vacuna. Recordemos
que la vacuna triple
viral puede producir
fiebre, más o menos en
un chico de cada diez.
Esta fiebre suele
presentarse entre los 5
y los 12 días
posteriores a la vacuna. Más
información en: "Lineamientos
técnicos.
Campaña nacional de
vacunación contra
sarampión, rubéola,
paperas y
poliomielitis, 2022",
editado por el
Ministerio de Salud y la
Organización
Panamericana de la
Salud. Pese a lo que
sugiere el título, el
texto es fácil y
accesible, y es gratis
en internet.- //
Publica El
Litoral, en
el Día de la Madre,
domingo 16/10/22: html
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