Santa Fe y Barcelona, 15 de junio de 2022
Publica El Litoral,
miércoles 22 de junio: html
- jpg. MÁS
ENFERMERAS Y MÁS
ENFERMEROS
Nos hacen falta más
enfermeras y más
enfermeros. Y, en
particular, nos hace
falta promover los
nuevos perfiles de
enfermería de pediatría
y de enfermería escolar.
Argentina es uno de los
pocos países del mundo
que tiene más médicos
que enfermeras, y esto
complica el objetivo de
una buena sanidad para
todos. Sin un buen sistema
sanitario, que llegue a
todos, el desarrollo se
hace difícil. Y más allá
de las opiniones y los
discursos hay un hecho
objetivo, mil veces
comprobado. Sanidad y
desarrollo van juntos.
En cambio, la enfermedad
se asocia al círculo
vicioso de la pobreza,
la inseguridad y la
injusticia. Argentina, en cifras
de 2019, tiene 37
médicos por cada diez
mil habitantes, y en
esto queda lejos de
Brasil, que sólo tiene
12. Pero lejos también
de Canadá, que tiene 52;
o de Australia, que
tiene 41. En cuanto a
enfermeras, Argentina
tiene 23 por cada diez
mil habitantes, mientras
que Brasil tiene 53.
Canadá tiene 141 y
Australia tiene 151.
Véase qué diferencia. Así, países que pueden
estar orgullosos de la
sanidad que le ofrecen a
sus habitantes, no sólo
tienen más enfermeras
que médicos, sino que
esta diferencia es
grande. Argentina, en
cambio, está en la
situación inversa. Ya se
sabe que para conseguir
el objetivo de tener una
adecuada cobertura
sanitaria universal, de
al menos el 80%, se
necesita un mínimo de 21
médicos y 71 enfermeras
por cada diez mil
habitantes (y 8
dentistas y 9
farmacéuticos, entre
otros). Aquí, entonces,
faltan enfermeras. Este panorama parece
sombrío, y de hecho lo
es. Pero está lleno de
esperanza si comparamos
este número de médicos y
enfermeras, de 2019, con
los que había en 1990.
En estos casi 20 años,
en Argentina, el número
de médicos pasó de 30 a
37. Y se casi duplicó el
número de enfermeras. En
1990 había 12 enfermeras
por diez mil habitantes,
pero ya había 23 en el
2019. Es decir, el
número de enfermeras
aumenta a un ritmo mucho
más importante que el de
médicos, y responde así
a la necesidad que
impone la realidad. Este aumento también
indica que, en la
realidad, las
perspectivas laborales
son más interesantes, y
más rápidas, para una
enfermera o un enfermero
que para un médico o una
médica. Y que las
perspectivas para la
salud del conjunto de la
población argentina son,
en consecuencia, más
interesantes y
esperanzadoras según
aumenta el número de
enfermeras, se hagan más
diversas y específicas
sus funciones, y queden
mejor distribuidas. Por supuesto que se
necesitan médicos, y
mejor distribuidos, pero
no en mayor número que
ahora. En cambio,
todavía faltan
enfermeras, y Argentina
está trabajando con este
objetivo. Ahora hay más
escuelas de enfermería,
y más próximas, y me
consta que allí se están
formando buenas
promociones de buenos
profesionales de la
enfermería. Me consta
también el esfuerzo que
profesoras y profesores
están llevando a cabo
para impartir una
formación de calidad y,
en especial, acorde a
las expectativas
laborales, es decir,
acorde con las
necesidades actuales. Aunque no tengo
constancia de que la
enfermería de pediatría
y la enfermería escolar
sean dos perfiles
prioritarios en estas
escuelas, no dudo que
pronto lo serán, porque
la necesidad, en la
realidad, está bien a la
vista. Vuelvo a las cifras de
médicos y enfermeras por
cada diez mil habitantes
para aclarar que el
concepto de «enfermeras»
se refiere aquí a
enfermeras, enfermeros,
comadronas (parteras) y
comadrones (parteros).
Los varones dedicados
profesionalmente a la
enfermería tienen, en
particular, buenas
perspectivas, incluso
novedosas, para llegar
rápido al objetivo de
tener un buen trabajo. Además de enfermeras y
médicos, una buena
sanidad para todos exige
contar con un número
suficiente de otros
trabajadores de la
sanidad. Éstos, que aquí
podemos llamar «otros»,
son igual de importantes
y necesarios, y
contribuyen en igual medida a la salud de
todos. Estos otros
trabajadores de la
sanidad son odontólogos
y asistentes dentales,
ópticos y optometristas,
farmacéuticos y
ayudantes de farmacia,
ortopedistas,
fonoaudiólogos
(logopedas) y
fisioterapeutas,
bioquímicos y técnicos
de laboratorio, técnicos
de radiología y de
anatomía patológica,
dietistas y
nutricionistas,
auxiliares de enfermería
y de clínica, etc. En
esta categoría,
Argentina ocupa una
posición que invita al
optimismo. Entonces, son bienvenidos los nuevos proyectos de formación de profesionales de enfermería, tanto para chicos como para chicas, y apuntando hacia una enfermería más diversa, más específica, más ambiciosa. Necesitan estímulo y aplauso porque son el presente y el futuro. En
el mundo
Entre 1990 y 2019,
casi todos los países
aumentaron el número de
médicos y de enfermeras
por cada diez mil
habitantes, aunque en
grado desigual. Algunos
países limitan el número
de estudiantes de
medicina mientras que
promueven el número de
estudiantes de
enfermería. Santa Fe
hace esto último. Puede resultar fácil
pensar que hay una
relación directa entre
el nivel de salud de la
población y el número
médicos, enfermeras y
otros profesionales de
la salud (en adecuada
proporción). Pero esta
relación no es tan
directa, porque con
menos se puede hacer
más. Por supuesto que el
número es importante,
pero también son
importantes la
proporción, las
funciones asignadas, la
distribución y, en
especial, el compromiso
personal de cada
profesional con su
comunidad y con el
centro para el que
trabaja. La tabla que aquí se
adjunta es una lista que
selecciona algunos de
los 204 países cuyos
médicos y enfermeras son
objeto de este
comentario, y de los
cuales informaba con
todo detalle la
prestigiosa revista
médica The Lancet, a
principios de este mes
de junio. La información
procede de la
Organización Mundial del
Trabajo, de bases de
datos dependientes de la
Organización Mundial de
la Salud, y de cada país
en concreto. En el caso
de Argentina,
colaboraron en especial
la Sociedad Argentina de
Medicina, el Hospital
Italiano de Buenos Aires
y el Hospital de Vélez
Sarfield. Propongo mirar la
tabla con cierto
detalle, porque es aquí,
más que en la mesa del
café y más aún que tras
el escritorio de un
despacho, es aquí donde
queda claro lo que hay y
lo que hace falta. Y
ofrece también la
oportunidad de ver dónde
estamos parados. Entonces
permite
aprender, y luego actuar
en consecuencia.- Todos los textos
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