Barcelona
y Santa Fe, 01/09/24 Infancia
y
salud Hay
un
plan inteligente Allá
por
el año 2000, de cada mil
bebés que nacían en el
mundo, 76 morían antes
de cumplir los 5 años.
Ahora, en cambio, son
muchos más los que
llegan al quinto
cumpleaños. Ahora son
37, de cada mil, los que
mueren. La mortalidad
infantil de menores de 5
años, entonces, se ha
reducido a la mitad. [+] Esto
no
es casualidad, ni son
sólo cifras. Es el
resultado de un plan de
trabajo inteligente e
incansable, organizado y
programado, de muchos
agentes sanitarios,
especialistas en salud
pública, gestores de la
sanidad, enfermeras y
enfermeros, parteras y
pediatras,
cuasi-parteras y
cuasi-pediatras, médicos
generales y
cuasi-médicos, madres y
padres de familia,
vecinos, gente con buena
voluntad. Gente que no
sale en la foto porque
tiene otras cosas que
hacer. La
reducción
de la mortalidad
infantil se registra en
casi todos los países
del mundo, pero es más
marcada, y por tanto más
meritoria, en los países
de renta media y baja,
entre los cuales está
Argentina. Hoy
sobreviven
entonces muchos más
bebés y niños pequeños
que hace un cuarto de
siglo. Para entender por
qué, o gracias a qué hoy
sobrevive el doble de
chicos hay que observar
que buena parte de este
logro se debe a las
vacunas y a la
capacitación de cada vez
más personas en la
atención de los
adolescentes, de las
embarazadas, del parto,
del recién nacido y del
niño que crece. Más
personal
capacitado, unos
servicios de salud cada
vez más accesibles y las
vacunas para todos, ésta
es la clave. A esta
clave hay que sumarle
las mejoras
socio-económicas en
general, pero éstas, por
sí solas, no logran
tanto como logran todas
las medidas en conjunto. Con
respecto
a la capacitación, a la
formación de nuevos
profesionales de la
salud, cabe recordar que
Santa Fe mantiene activa
una amplia oferta
formativa. Aquí me
permito destacar, por
meritorias, las varias
sedes que imparten la
tecnicatura en
enfermería. Me constan
sus esfuerzos, y me
consta también que no
pocos de sus alumnos se
han ofrecido como
voluntarios para,
organizados por los
centros de salud, luchar
contra el dengue,
inminente. Pronto
será
primavera, en efecto, y
luego verano, y con los
primeros calores volverá
el dengue, o más bien
reaparecerá como quien
no se ha ido. El
problema no es menor,
puesto que el verano
pasado no lo fue. Y hay
que prever que esta vez
puede ser peor. Entonces
hay que prepararse, es
decir, arremangarse y
arrimar el hombro. El
mes
pasado, el
ministro de Salud de
la Nación presentó
el «Plan estratégico de
prevención y control del
dengue 2024-2025».
Busqué el plan en
internet, pero no lo
encontré, tal vez porque
la ueb oficial del
Ministerio de Salud sólo
remite a un documento
que no es el Plan sino
un breve
resumen, al que
consideran «ejecutivo».
Pero es un documento
mínimo y defectuoso de
diez páginas, dos de las
cuales son tapa y
contratapa. No constan
autores o responsables,
ni dice qué
instituciones
científicas
independientes los
asesoraron para diseñar
las estrategias que
proponen. De la única
referencia
bibliográfica que
aporta como fundamento,
este resumen le copia
textualmente, sin
comillas, una frase
entera. Parece
poco
serio que la autoridad
nacional presente un
Plan pero que del plan
no ofrezca más que un
breve resumen. Resulta
sospechoso. Tiene que
presentar un texto
válido y completo para
que lo puedan valorar
las instituciones
científicas, el
periodismo y cualquier
otra persona. Estoy
seguro de que lo hará
pronto, puesto que todos
tenemos derecho a la
información, y a una
información creíble y
transparente. El
resumen
del Plan propone una
serie de medidas, pero
deja claro que «este
documento tiene como
finalidad brindar
lineamientos que sirvan
como base para la
elaboración de planes
... según la realidad
epidemiológica local».
Es decir, no se
compromete, sino que
sólo ofrece lo que llama
«recomendaciones
técnicas». Propone,
en
efecto, «fortalecer la
capacidad de atención
de los servicios de
salud y garantizar una
rápida atención a los
pacientes», pero no dice
cómo ni cuándo, ni con
qué, ni con quién. El
resumen
del Plan admite que «en
Argentina, la situación
epidemiológica del
dengue ... es compleja
dado que existen
regiones que se
encuentran en constante
circulación del virus
además de presentar
tasas de incidencia y de
mortalidad elevadas». Resulta
paradójico
comprobar que el mundo
lucha con mil esfuerzos
para controlar la
mortalidad infantil, y
lo consigue. Y aquí
admiten una mortalidad
elevada por dengue pero,
no obstante, seguimos en
modo foto, en modo
silla, en modo sólo
papel, sólo palabras, en
modo promesa. En modo
resumen, eso sí,
ejecutivo. Huele a
naftalina. La
vacuna
Butantán El
resumen
del dicho Plan del
ministerio de Salud de
la Nación propone
vacunar contra el
dengue, pero sólo de
manera focalizada y a
partir de los 15 años de
edad. Entonces no piensa
vacunar a los chicos,
tal vez porque no le
interesan, tal vez
piensa que vacunar niños
escolares no vale la
pena. El ministro de
Salud de la Nación es
cardiólogo, y en abril
de este año afirmaba que
la vacuna «no es de
utilidad, no es efectiva
para mitigar un brote».
Se equivoca, y así se lo
hicieron saber los que
saben. Pese
a
las palabras legas del
ministro, la vacunación
contra el dengue está
prevista, y supongo que
comenzará este mes. La
vacuna contra el dengue
prevista por la Nación y
por la Provincia es la
japonesa Qdenga. Es una
vacuna efectiva y
segura, que se
administra en dos dosis
separadas por tres
meses. Se puede vacunar
a niños a partir de los
cuatro años. La eficacia
es del 80% para prevenir
los cuadros de fiebre
por dengue, y del 90%
para evitar la
hospitalización por
dengue o sus
complicaciones. Esta
eficacia es similar a la
vacuna anti-dengue del
Instituto Butantán
(Brasil), que aún no
está comercializada,
pero los estudios, que
ya están avanzados y
llevan varios años,
demuestran que es
efectiva y segura. Según
se
publicaba en febrero al
más alto nivel, la
vacuna Butantán
demuestra ser efectiva y
segura con una única
dosis, que se puede
administrar a partir de
los dos años de edad.
Lejos de ser un resumen
mínimo, el informe que
se publicó sobre esta
vacuna está completo y
bien detallado, pasó por
diversos controles
internacionales de
calidad, figura quiénes
son los autores o
responsables, ofrece un
correo electrónico para
contacto personal y está
a disposición de quien
quiera valorarlo («Live,
attenuated,
tetravalent
Butantan-dengue
vaccine in children
and adults»). Hay
que
observar que el Butantán
es una institución
pública de Brasil que
tiene más de un siglo de
trayectoria y que goza
de un prestigio
incuestionable. Entre
otras cosas, fabrica
ocho de cada diez de las
muchas vacunas que se
administran en el vecino
país. La vacuna contra
el dengue del Instituto
Butantán es toda una
promesa, tal vez porque
de entrada pensaron en
los chicos. Porque son
el futuro. - Niños y jóvenes sin techo, en una calle de Buenos Aires. - Niños heridos, y niños muertos, en un hospital de Gaza bombardeado por las fuerzas israelíes, que cuentan con apoyo militar y político de Estados Unidos y de otros varios países.
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