Actualización
quincenal, días 1 y 15
de cada mes Barcelona
y Santa Fe, 01 de
noviembre de 2025 Infancia
y
salud LA
QUINTA EN PRIMAVERA No
deja de ser curioso
que el niño afectado
por la quinta
enfermedad pueda
volver a clase aún
estando con un síntoma
de lo más llamativo.
Estando en clase, unos
pocos pensarán que
está enfermo mientras
que otros muchos dirán
que sólo está muy
acalorado. Esta
enfermedad ya no
contagia cuando al
paciente le aparece un
peculiar
enrojecimiento en
ambas mejillas. Pero
sí que contagiaba
antes, cuando los
síntomas eran de poca
cosa o de casi nada.
En esto se diferencia
de otras enfermedades
similares, que sí
resultan contagiosas
durante la etapa de la
erupción en la piel.
También se puede decir
salpullido o
sarpullido, aunque
exantema me suena
mejor. Poco
después, o al mismo
tiempo, el exantema de
la quinta se extiende
tenue a otras partes
del cuerpo, un poco, y
no siempre. Esta
enfermedad parece
inofensiva, y en
general lo es, pero
puede ser muy
peligrosa si afecta a
una embarazada. Como
antes del exantema en
la cara el enfermo
puede contagiar sin
saberlo, ni saber
nadie qué tiene, o qué
tendrá en unos días,
es difícil prevenir
nada. Pero, como los
casos no suelen
aparecer aislados sino
en pequeños brotes, en
general escolares y en
general en esta época
de primavera, un poco
de prevención sí que
se puede hacer. Esta
denominación de quinta
enfermedad todavía
circula por los
consultorios de
pediatría y por las
aulas de la facultad,
pero está obsoleta.
Hoy recibe la
denominación de
megaloeritema o
eritema infeccioso,
pero tiene otros tres
nombres, también
obsoletos. No son
nombres ideales, pero
no hay otros mejores. También
es vulgarmente
conocida como la
enfermedad de la
bofetada o del niño
abofeteado porque el
exantema de las
mejillas, según se
dice con poco respeto,
hace pensar que al
niño le pegaron. Mal
dicho, porque con esto
no se juega. Esta
denominación es
inaceptable, y parece
indicar que hubo un
tiempo en que los
adultos le pegaban
cachetadas a los
niños. Esta
denominación vulgar es
inaceptable porque
encierra un espíritu
de violencia contra la
infancia, y este
espíritu no tiene
cabida en nuestra
sociedad bajo ninguna
circunstancia. Esta
enfermedad quinta
ocupa el quinto lugar
de una antigua lista
de seis. No siguen un
orden de importancia o
gravedad, sino que
reflejan los tiempos
cronológicos en que la
ciencia las identificó
con cierta precisión,
aunque ya eran
conocidas desde mucho
tiempo antes. La
primera enfermedad
exantemática de la
infancia era el
sarampión. La segunda,
la escarlatina. La
tercera, la rubéola.
La cuarta era un grave
exantema causado por
la toxina del
estafilococo. La
quinta es el
mencionado
megaloeritema, y la
sexta era el exantema
súbito. Más allá de
los nombres, son
enfermedades que aún
están entre nosotros.
El sarampión y la
rubéola, graves las
dos en ciertos casos,
son fáciles de
prevenir gracias a la
vacuna. Y
gracias a la vacuna es
que se pudo eliminar
la viruela, antigua
enfermedad infecciosa,
y exantemática, aunque
el exantema en este
caso es parecido al de
la varicela, pero más
intenso y más
peligroso. La vacuna
anti-variólica (contra
la viruela) se
administró durante
años en Santa Fe hasta
que no hizo falta
seguir vacunando
porque la enfermedad
ya había sido
erradicada en todo el
mundo. Era una vacuna diferente de las actuales. Estoy seguro de que muchos la recordarán, y que se acordarán de que no era una inyección tal como hoy imaginamos una vacuna, sino una serie de pinchazos mínimos, superficiales, casi indoloros, que se hacían con una curiosa aguja de punta bifurcada. Tal vez algún hospital o el Colegio de Médicos conserven un ejemplar de instrumento tan curioso y tan bien pensado para la función que debía desempeñar.
Entre
sus dos brazos, la
aguja bifurcada
retenía la dosis de la
vacuna contra la
viruela que se tenía
que administrar.
Permitía hacer dos
pinchazos mínimos y
superficiales con un
único y breve
movimiento, que se
debía repetir varias
veces, a la vez que
impedía que cada punta
penetrase profunda. La
vacuna contra la
viruela era efectiva,
sin duda, aunque no
tanto como lo son las
vacunas actuales, que
otorgan buena
protección para un
porcentaje más alto,
muy alto de vacunados,
con un riesgo mínimo
de efectos
secundarios, casi
siempre ligeros. La
viruela fue anunciada
oficialmente como
erradicada en 1980.
Erradicarla del mundo
no fue fácil ni
rápido, y hoy en día
es todo un ejemplo de
cooperación
internacional bajo las
directivas de la
Organización Mundial
de la Salud. Todos los
detalles de este
proceso, país por
país, están explicados
en un libro
extraordinario, de
1793 páginas (*).
Gracias a este
documento sabemos, por
ejemplo, que el último
caso conocido de
viruela grave en
Argentina fue un niño
de 4 años, y que
murió. El
mundo de las
enfermedades
exantemáticas, es
decir, aquéllas que
tienen un exantema
(del tipo que sea
porque hay varios)
como uno de sus
síntomas, es vasto y
complejo, y
fascinante. Son muchas
enfermedades, algunas
graves y urgentes,
otras más ligeras,
algunas para
preocuparse, otras
para quedarse
tranquilo. Pero todas
requieren una consulta
al médico o a la
enfermera del centro
de salud. (*)
Fenner
F et al. Smallpox and
its eradication. Geneva:
World Health
Organization, 1988. Recuperar
al
rezagado La
última campaña masiva
de vacunación
anti-variólica en
Argentina se hizo con
epicentro en Misiones.
De abril a diciembre
de 1970 fueron
vacunadas más de
ochocientas mil
personas, lo que
implicaba el 84% del
objetivo. En cuanto a
los niños, el
porcentaje de
cobertura vacunal fue
aún más alto, del 88%. Este
porcentaje de
cobertura vacunal
contra la viruela, de
hace más de medio
siglo, contrasta con
el porcentaje actual
de cobertura vacunal
contra el sarampión.
En Santa Fe, en 2023,
el 90% de los niños
recibió la primera
dosis de la vacuna
contra el sarampión
(al año de edad). Pero
sólo el 60% recibió la
segunda dosis (a los
5-6 años). Es decir,
muchos quedaron mal
vacunados y, por
tanto, en situación de
riesgo. La vacuna
contra el sarampión
está incluida en la
vacuna triple vírica,
que además incluye a
la vacuna contra la
rubéola y contra las
paperas. Este
bajo procentaje de
vacunación con la
segunda dosis resulta
preocupante, y de
hecho es insuficiente
para proteger tanto al
niño como a su
entorno. Para
recuperar entonces al
rezagado, para mejorar
el porcentaje de
vacunación de la
segunda dosis de la
vacuna contra el
sarampión (y de otras
vacunas), las campañas
de vacunación en las
escuelas son sin duda
bienvenidas. Y no será
vanidoso sino
agradecido recordar
que desde esta página
se ha insistido en la
importancia de
aprovechar la escuela
primaria y la
secundaria como puntos
de promoción de la
salud. Es un lugar
adecuado para promover
y controlar las
vacunas, el
crecimiento y el
desarrollo, la salud
mental, las
enfermedades típicas
de la infancia en la
primaria y las cosas
del sexo cuando
correspondan, los
buenos y los malos
hábitos, el control de
las ausencias, etc. En
este contexto, la
figura de la enfermera
escolar es del todo
necesaria.- / Publica
El
Litoral, el
domingo 2 en la
edición digital, y el
lunes 03/11/25 en la
edición de papel: html
- jpg.
![]() Todos los textos
de JB, aquí Los Bello.Cat
desde enero de 2015,
aquí La versión beta
del Bello.Cat, aquí Aquí, Paulo Bello / Alicia Bello, aquí
![]()
|
| Diseño: Jorge Franganillo |