Santa Fe y Barcelona, 15 de julio de 2023
LA
ESPERANZA DEL
PREMATURO En
medio
de la desesperanza, el
bebé prematuro es todo
un canto a la
esperanza. Porque está
apurado por llegar y
por estar entre
nosotros, porque tiene
prisas por decirnos
cuánto vale en
realidad la vida,
porque viene corriendo
con el mensaje de que
todo esto sí que vale
la pena. Nadie lucha
tanto por la vida, con
tantas ganas, como el
bebé prematuro. Muchas
veces lo consigue, tal
vez a costa de un alto
precio. Pero, otras
veces, no. No
obstante,
pese al mensaje de
máximo optimismo que
nos traen los
prematuros y otros
bebés de poco peso,
tenemos que hacer todo
lo posible para evitar
tanto los bebés
prematuros como los
que, sin serlo, nacen
bajos de peso. Parece
una paradoja, una
contradicción, pero la
realidad nos convida a
dejar de lado las
metáforas para
concentrarnos en la
vida real. Y la
realidad es que estos
bebés, que desbordan
vida como nadie, son
en extremo
vulnerables. Como
no
podemos devolverlos
para que completen
aquéllo que les faltó,
es necesario entender
que debemos hacer todo
cuanto podamos para
evitar que nadie nos
llegue antes de
tiempo, ni con menos
de lo que le toca. Hoy
sabemos
que prevenir partos
prematuros y el
nacimiento de bebés
con bajo peso es un
objetivo razonable y
en buena medida
posible, aunque nada
ni nadie nos puede
garantizar resultados.
Mucho se ha avanzado
en las complejas
atenciones que
necesita un bebé
prematuro o de bajo
peso, pero poco se ha
hecho en cuanto a la
prevención. Tal vez
porque brilla más, en
el discurso, una
bonita incubadora que
una enfermera
controlando el
embarazo de su
paciente. Necesitamos
las
dos cosas por igual.
De cada cuatro bebés
que nacen, uno nace
prematuro o con bajo
peso. Esto tiene
consecuencias, algunas
ligeras, otras
terribles y para
siempre, tanto en lo
inmediato como en el
mediano y el largo
plazo. Para
prevenirlas, y no
tener que llorar sobre
los hechos consumados,
hay que educar a los
chicos y a las chicas
en edad de procrear, y
controlar ocho veces
cada embarazo. Todos
estamos convidados, el
desafío es la vida, y
vale la pena. Cuando
el
parto es prematuro, el
bebé tiene más
posibilidades de
quedar para siempre
lesionado, o incluso
de morir durante el
parto, o justo antes
del parto, o justo
después. El bebé que
nació prematuro o con
bajo peso tiene más
posibilidades de
sufrir complicaciones.
Algunas de estas
complicaciones tienen
la perspectiva de
tratamientos más o
menos prometedores,
pero otras
complicaciones no
tienen esta
perspectiva. Algunas
de estas
complicaciones se ven
a simple vista, pero
otras no se ven ahora
porque se verán dentro
de unos años, y son al
parecer irreversibles. Muchos
prematuros
y bebés de bajo peso
sobreviven sin
secuelas, pero otros
las arrastran toda la
vida, y arrastran así
a la familia y a la
comunidad. Entonces, a
todos nos conviene
preguntarnos qué
podemos hacer para
prevenir los partos
prematuros y el
nacimiento de bebés de
bajo peso. Ya
se
sabe lo que hay que
hacer. Ahora se trata
de hacerlo. Lo
primero, como siempre,
es saber. Recordemos
que quien no sabe es
víctima fácil del
discurso colorido,
engañoso, electoral. Hace
poco,
a principios de mayo,
especialistas de los
cinco continentes se
pusieron de acuerdo
para proponer que
todos los bebés
prematuros y todos los
que nacen con bajo
peso queden englobados
en conjunto bajo el
concepto de «recién
nacido pequeño y
vulnerable» (*). Es
una nueva denominación
que quiere remarcar
que tanto prematuros
como de bajo peso
comparten similares
riesgos, y que unos y
otros son vulnerables,
muy vulnerables a
causa de ser pequeños,
esto es, inmaduros.
Están, por tanto,
desprotegidos. Considerar
en
conjunto a los bebés
prematuros y a los de
bajo peso, incluyendo
a los mortinatos,
permite saber mejor
qué está pasando y
hacia dónde hay que
dirigir
prioritariamente las
políticas sanitarias
de prevención. Recordemos
que
el bebé prematuro
suele tener poco peso,
y que este poco peso
suele ser proporcional
a sus semanas de
gestación (a menos
semanas, menos peso).
Pero el bajo peso
también afecta a
numerosos bebés que
nacen a término, es
decir, que no son
prematuros, lo que se
puede interpretar como
algún grado de
desnutrición fetal. En
estos casos, el
control sistemático
del embarazo es una
buena medida para
detectarlos
precozmente. Por
ejemplo,
se sabe que el control
de ciertas infecciones
de transmisión sexual,
contraídas antes del
embarazo, ayuda de
manera decisiva a
evitar que luego nazca
un bebé pequeño y
vulnerable. Se hace
evidente, entonces,
que hay que prestar
más atención a los
chicos y a las chicas
en edad de procrear. La
anemia
por falta de hierro es
otra causa para dar a
luz a un bebé
de
bajo
peso, y esta anemia
suele guardar relación con un
entorno socio-económico
adverso, olvidado, y
demuestra una vez más
cómo hay que prestarles atención,
antes
y
por supuesto durante
el embarazo. (*)
SVN: Small
vulnerable newborns,
serie, The Lancet,
08/05/23. Ocho
controles Sobre
todo
para los entornos más
vulnerables, de los
que la ciudad de Santa
Fe no es en absoluto
ajena, la Organización
Mundial de la Salud
propone un protocolo
de ocho controles
rutinarios durante el
embarazo para así
poder detectar, con
tiempo, cualquier
anomalía. Y los
especialistas antes
citados, por su parte,
recomiendan incluir
ocho acciones de
prevención que ya han
demostrado probada
eficacia. Se trata de
evitar la
improvisación, las
prácticas sin
suficiente fundamento
y los anuncios
populistas, puesto que
no ayudan en absoluto.
Estos protocolos
apuntan a todos los
embarazos, y no sólo a
los que tienen obra
social, y exigen tener
una red de atención
primaria, unos centros
de salud cuyas puertes
permanezcan
ampliamente abiertas y
que no estén sujetos a
los vaivenes políticos
y sindicales. Es
decir, que pongan la
mirada en la gente,
luego en los
resultados. Los
protocolos médicos de
prevención y
asistenciales están
diseñados para brindar
una atención de
calidad con relativa
independencia de quién
lo aplique, incluso
por personal no
médico. Así se
consiguen buenos
resultados, buenos
niveles de prevención
y asistencia a gran
escala, incluso cuando
no se dispone de todo
el personal. Decía
que
de cada cuatro bebés
que nacen en el mundo,
uno es prematuro o de
bajo peso. Esto indica
que aún tenemos mucho
por mejorar en cuanto
a salud pública y en
cuanto a perspectivas
de futuro. Tenemos que
mirarnos a los ojos, y
luego mirar lejos, y
no quedarnos con lo
efímero de unas
elecciones. Tenemos
que darle a cada bebé
la oportunidad de
nacer. De nacer bien,
en el tiempo oportuno
y con las condiciones
necesarias. Y
recibirlos con alegría
y la leche tibia del
pecho preparada. Ellos
son el futuro.
Nosotros, en cambio,
ya somos el pasado. Argentina
y
Santa Fe en particular
necesitan, hoy más que
nunca, que nazcan
bebés sanos y fuertes,
para que luego sean
alumnos con buen
rendimiento escolar,
luego adolescentes
responsables y luego
adultos que trabajen y
en consecuencia que
generen paz y armonía,
bienestar y buenas
ondas, y espíritu
solidario. Es así, y
no de otra manera. //
Publica El
Litoral,
lunes 17 de julio de
2023 en
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